Hoy en Veró, acto contra la ignominia del silencio y el olvido

Cuando se nombra a alguien se puede cometer la injusticia de la omisión involuntaria, pero lo realmente grave es la invisibilización forzosa y premeditada, como sucedió con todas las personas represaliadas y fusiladas de la guerra civil,  en el ignominioso silencio y el ignominioso olvido al que fueron sometidos por aquel ignominioso régimen que siguió a la República.

En un día como hoy, esos asesinatos –los físicos y el de la memoria- claman por poner punto y final a las décadas de olvido. Por eso, en este artículo lo que quiero es destacar la necesidad de justicia, verdad y reparación para todos aquellos represaliados de España y, aquí, especialmente, de Sanmartín del Rei Aurelio y de la parroquia de la Hijuela o Santa Bárbara, donde a muchísimas personas, más de un centenar, les arrebataron la vida en la posguerra, sin que la amnesia impuesta por el franquismo y sus herederos haya podido borrar sus nombres, sus historia y su sacrificio. Un silencio y una represión que buscaba amedrentar y aterrorizar a todos los que el régimen catalogaba de “desafectos”, un primer paso para su deshumanización, necesaria para su tortura o desaparición.

Los monolitos que se inauguran hoy representan, para mí, el nombre de estas  personas, el de ellas y el de todas aquellas que como a ellas les arrebataron la vida, la mayoría en plena juventud, condenándolas a la invisibilidad y a sus familias a la lacerante situación de desafectos a un régimen genocida, orgullosos de haberlo sido, que con ello clasificaba para una forma de exterminio físico o segregación civil.

En el Bescón de Ludivina asesinaron a 4 personas, dos de ellas -Alfredo Llaneza González, “El Gitano”; y José García Alvarez, “Barrendero”- siguen enterradas allí mismo. Unos metros más abajo, en el Granxu, está enterrado mi tío, Arsenio González Llaneza, “El Llargu”; y en el cementerio, desaparecidos ya sus restos, está el de El Batán, Julio Rozada Calleja, “El Chore”.



En el Xerru Vayuetu está la tumba de Mario Llaneza Rozada, el otro Gitano, hijo del asesinado del Bescón, que perdió la vida allá al principio de los 50, como sus otros dos hermanos y muchos parientes más.

Por ellos y sus familias, hoy debemos celebrar estos monolitos como parte de la verdad, de la justicia y de la reparación. Izquierda Unida de Asturias se empeñó en ello durante su presencia en el Gobierno de Asturias, con un injusto coste político y personal pero que, al final, como ahora, la verdad resplandecerá. Es de justicia.

Manuel González Orviz.

Coordinador de IU de Asturias

Rojo y republicano.                                              

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