JULIO ROZADA CALLEJA «EL CHORE», DE LOS CUATRO DEL BESCÓN

Julio Rozada Calleja «El Chore», de Los cuatro del Bescón

Cumplidos los 18 años, en torno a 1911, se va a Argentina, donde vivían unos parientes, buscando fortuna o huyendo de la leva, o quizás ambas cosas, no se sabe. Al cabo de unos años vuelve y contrae matrimonio con Ludeva, la de El Batán, Ludivina Cuello Rozada, con la que tiene cuatro hijos: José, Ignacio, Ángel y Domitila. Sus nietos, Julio y Antonia, coinciden en señalar que estuvo un par de años en Argentina -la foto que se acompaña es realizada allá-. No obstante, teniendo en cuenta que su primer hijo nace hacia 1924, hay que dudar de la exactitud de esta fechas.

Para Antonia, su abuelo «fue mineru». Para, otro nieto, Julio, «fue carniceru, de ahí el apodo de El Chore, por los chorizos». La seguridad de ambos, en sus afirmaciones, hace pensar que quizás pudiera haber simultaneado o desarrollado, en diferentes fases de su vida, ambas actividades. «En la casa se conservaba, por ahí andará, una libreta con los apuntes de los ingresos y las deudas de la carnicería», sostiene Julio. La dudas son lógicas. El miedo habitaba las mentes de los vencidos. El terror impuesto por los vencedores que, todopoderosos, te daban o quitaban la vida. Así se entiende lo que suspira Antonia, ante su conocimiento vago de los hechos, y el interés de su hijo adolescente, que con los ojos abiertos, como platos, quería conocerlo y entenderlo todo; se acababa de enterar: «mi tíu Ignacio y mi madre, de esto, nun quisieron saber más».

Hombre de izquierdas, por la edad, no parece haber participado ni en la Revolución del 34 ni en la Guerra Civil. Tras la derrota en Asturias, sufre la presión como desafecto al régimen. «Tuvo qu’echase al monte. Por lo de la política y por denuncias de xente que-y debín perres -dice Julio, que asevera-, hay un libro de cuentes en casa con lo que-y debín»

Ya «fugau», le suministraba, en ocasiones, su hijo Ángel, que tenía 9 años cuando mataron a su padre. Éste contó a sus hijos las «más de ochenta palices que-y dieron a Ludeva pa que cantara donde taba el marido», y, a pesar de que ella se protegía abrazándose a su hija Domitila, de menos de tres años, la edad que tenía a la muerte de su padre, la machacaron «¡Cómo sí-y dieran a un colchón!». Los otros dos hijos, José e Ignacio, sólo tenían catorce y doce años cuando lo asesinaron.

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Herido de muerte en el Bescón de Ludivina. Fueron traicionados. Allí también resultó fatídicamente herido Arsenio González Llaneza, «El Llargu», y les segaron la vida a Alfredo Llaneza González, «El Gitano», y a José García Álvarez, «Barrendero». Un tiro le atravesó el abdomen; se dice que fue herido al saltar la pared de piedra que cercaba el Bescón, «pa contra la mata», y alcanzado al erguirse para superarlo. En este estado, pudo contactar con Ludeva, su mujer, que intentó curarlo, pero se le fue la vida a los seis u ocho días. Falleció en un abrigo natural, en el que lo tenia escondido, en el Picu Mayau-Robellá, parroquia de Santa Bárbara, en San Martín del Rey Aurelio, muy cerca y un poco por encima de donde hoy se encuentra el depósito de agua que suministra al pueblo de la Robellá.

La persecución, hasta el exterminio, de aquellas personas leales a la causa de la República y de la libertad no se agotaba con el asesinato: se le negó un digno entierro, el reposo en el cementerio de la Hijuela. Ludeva, hijos y familia, sepultaron a Julio detrás de casa. Sobre su tumba, en ese mismo lugar, un par de rosales, de rojas rosas, que Ignacio y Domitila cuidaban y protegían como un testimonio, permanecieron hasta hace pocas fechas. Aún hoy, su nieta es capaz de mostrar a su hijo, bisnieto de julio, el lugar exacto donde estuvo enterrado. Creo que, en breves fechas, Ignacio hará que vuelvan a florecer.

No hay acuerdo sobre el tiempo que permaneció en ese lugar. Ignacio, el hijo fallecido, me contó en cierta ocasión que bastante tiempo. Sin embargo, no pasó del mes. Sus restos reposaron en una tumba que compartió, ya explicaré con quién, hasta que una reforma del cementerio se la llevó por delante y con ella, sus restos. Hoy sólo puebla nuestra memoria, pues sus huesos están en el osario o quizás bajo cualquier fila de nichos.

El 30 de julio de 1952, en el pueblo de La Cruz, justo enfrente donde salía, y sigue entroncando, la carretera al Pozu mineru del Socabón, los fascistas exhibían orgullosos y vejaban los cadáveres de Andrés Llaneza Rozada «El Gitano» y de Fernando Alvarez Iglesias, «el Alcalde de Les Bareres», a los que acaban de dar «caza» -el lenguaje de los desalmados hace más realista la imagen-. En persecución implacable, les quedaban pocos por «cazar». Cuentan que, ante la inhumanidad y la falta de respeto a los cadáveres de sus dos vecinos, a los que pateaban y tampoco les querían dar reposo en un lugar digno, José, el huérfano de «El Chore», el mayor de los hijos, levantó la voz y dijo: «¡que los entierren con mi padre!». Así permanecieron juntos los cuatro, porque a éstos se sumó el cuerpo de Ovidio «El Gitano», asesinado en Polio.

De José no se volvió a saber. Aquella noche ya no durmió en casa. Había sido obligado a cavar una fosa amplia para enterrarlos en el cementerio de Santa Bárbara. Terminada la tarea, le indicaron que les acompañará al cuartel. Temiendo lo que le esperaba, posiblemente torturas hasta la muerte, pidió permiso para ir a cambiarse a lo que accedieron. Los vecinos acompañaban a los familiares de los difuntos. Quizás presumían, los de la brigadilla y sus cómplices, que las represalias sobre José podrían posponerse a un lugar y momento de menor visibilidad. ¿Les importaría? Su casa, en El Batán, estaba a quinientos metros del cementerio, le autorizaron a hacerlo. Afortunadamente, José aprovechó este permiso y un descuido para fugarse y tras un largo periplo consiguió pasar a Francia. Se sabe que residió en Montluçon y que contrajo matrimonio con Gentina Ordiz, de la familia del Furcu de la misma parroquia. Ésta había sido novia de otro fugau, Ladino (Aladino Suárez González, de la Seca l’Agua, asesinado en Orizón – Nava) y terminó exiliada con el hijo que tenían. Gentina y José tuvieron dos hijos más.

Asturias, 17 de febrero de 2013

9 pensamientos en “JULIO ROZADA CALLEJA «EL CHORE», DE LOS CUATRO DEL BESCÓN

  1. Soy nieto de Julio ROZADA que fue asasinado con Alfredo Llaneza “GITANO”, Arsenio González Llaneza y José Barrendero “de Cabañaquinta”. Mi padre es José ROZADA, hijo de Julio. Escapo pa Francia para salvar su vida. Mi madre es Maria Argentina ORDIZ «Gentina» de la seca del agua. Me llamo Juan ROZADA y tengo una hermana Argentina. Naciemos en francia onde siguimos viviendo. Mi padre José murio aqui en Francia en el 1987. Mi madre esta viviendo con 93 anos. Nunca hay que olvidar la muerte de esos republicanos que perdioron la vida por la libertad.

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  2. Soy el nieto de Julio ROZADA. Mi padre es José ROZADA hijo de Julio. Escapo hacia Francia para salvar su vida. Mi madre es Maria Argentina ORDIZ. Me llamo Juan ROZADA y tengo una hermana Argentina. Naciemos aqui en Francia donde vivimos. Mi padre murio en Francia en1987 y mi madre sigue viviendo con 93 anos.
    Nunca hay que olvidar la muerte de esos republicanos que perdieron la vidad por la libertad.

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